lunes, 17 de mayo de 2010

Entrenando y estrenando


Tal vez, cuando alcanzamos una cima, terminamos una carrera, superamos una oposición, logramos un ascenso, llegan unas ansiadas vacaciones, superamos un examen o finalizamos un proyecto... termina con todo ello una etapa de nuestra vida, o mejor dicho, se inicia un proceso de retorno, que en ocasiones (en mi por lo menos) genera una sensación de vacío-tristeza que me ha acompañado siempre en estas ocasiones, en este intermedio entre la despedida y el saludo, entre lo que termina y lo que empieza. Tal vez, el apego a loviejoconocido y el miedo a lonuevopordescubrir; tal vez, la visión romántica de lo pasado, que ensalzan en nuestra mente lo mejor de lo acontecido y nubla las dificultades con las que nos hemos ido encontrando, es lo que dificulta este proceso…que como proceso que es, termina por desembocar en un nuevo proyecto para volver a subir y nuevamente volver a bajar. Llevaba varios días en esta situación de “en tierra de nadie” relamiendo aún las mieles de la maratón, demorando el descenso y demorando levantar la vista en busca de nuevos horizontes y de nuevas ilusiones. Sin embargo, ayer que estrenaba edad y que también estrenaba zapatillas de correr me di cuenta que ya había iniciado el camino de vuelta; y además, creo, que mientras corría, también encontré una nueva ruta, un nuevo plan de entrenamiento..., que aunque no tengo muy claro hacia donde se dirige, sé seguro que conduce hacia algún interesante lugar.

sábado, 15 de mayo de 2010

Miradas de niños


Ayer fue un día especial, especial como son las personas con las que compartí una noche como la del pasado jueves por La Latina. Cuanto más los conozco, más afortunada me siento; cuanto más comparto mi tiempo con ellos, más segura estoy de la excepcionalidad de cada uno...Muchas mañanas cuando voy camino de la ofinina me siento muy especial por conocerles y por poder ser yo a su lado. Hay algo mágico en su forma de ver la vida, de afrontar los problemas y de vivir las alegrías...pero sobre todo hay algo muy mágico en la forma de confluir...porque aún siendo muy diferentes son capaces de crear un objetivo único, un sueño común y sobre todo de dejar crecer lo más bonito de cada uno. El verdadero valor de las personas creo que está en no perder la mirada de niño, en ser auténticos y en eso he recibido grandes lecciones de ellos...y ayer, nuevamente... me enseñaron otra.

miércoles, 12 de mayo de 2010

20 minutos


No sé muy bien qué es lo que lleva a una multitud de personas a concentrarse por miles para ver cómo el hombre (a pie o a caballo) se enfrenta al toro para darle muerte, en el caso del segundo, siempre. La lidia, una de las tradiciones, más arraigadas y populares de la cultura española, me sigue resultando dificil de entender, pero a la vez entraña esa mezcla de sensaciones que supongo, que es lo que lleva a aficionados, turistas, amantes o simplemente curiosos a sentarse una tarde de primavera o de otoño en una bella plaza como es Las Ventas, para presenciar, animar, sentirse fascinados o criticar cómo una animal protagoniza sus últimos momentos de existencia, mientras toreros, picadores, rejoneadores, banderilleros y público en general participamos de una u otra forma en poner fin a su vida. Si es ético o no, si es cruel o no, supongo que es algo que debe valorar cada cual...al igual que cada uno sabe si comer carne, utilizar pieles en la elaboración de abrigos, la práctica de la caza, los experimentos con animales, la tala indiscriminada de árboles es ético, cruel o simplemente algo que damos por hecho, porque lo hemos heredado o porque simplemente no nos lo replanteamos. Me considero defensora de las tradiciones, de la cultura, como signos de identidad de un colectivo, pero ¿hasta que punto no es necesario cuestionarse creencias y herencias? Esta tarde, mientras participaba de este expectáculo e incluso agitaba en pie un pañuelo blanco, me preguntaba sobre cuál es el sentimiento primitivo que nos lleva a disfrutar con el riesgo y el dolor ajeno, con la sangre, con la victoria del hombre sobre el animal..., un animal al que de antemano, todos sabemos que, cuando sale por la puerta de chiqueros sólo le quedan 20 minutos.

Cuando terminas un libro

Supongo que la sensación que tengo en estos días, tras correr la maratón, es parecida a la que tienes cuando terminas un libro que te ha gustado mucho. Una parte de tí desea avanzar rápidamente deseoso de llegar al final, de saber el desenlace de la historia, de conocer la resolución que los acontecimientos que te ha mantenido ocupado, enganchado a una sucesión de palabras que te ha llenado el espíritu de sensaciones, que pueden haberte gustado más o menos, pero que en definitiva te han involucrado en el relato. Después, los días inmediatos, sientes una sensación de vacío, y lo que habías deseado que llegara ahora miras con cierto halo de melancolía. Como dice Eduardo Punset, "la felicidad es un proceso", como el proceso de leer un libro, como el proceso de entrenar una maratón y como un proceso en definitiva es la vida...No está en el objetivo alcanzado, ni en el final de la historia, ni siquiera en la satisfacción lograda...es en la sucesión de acontecimientos, en la espera, en el camino... donde la vida nos coloca los verdaderos deleites.

martes, 11 de mayo de 2010

Quince días después de la Maratón de Madrid 2010


Han pasado ya 15 días desde ese caluroso 25 de abril y todavía se me dibuja una sonrisa cuando pienso en todo lo que supuso ese día para mí. Posiblemente, uno de los días más felices de los últimos años. La mañana empezó tal y como estaba prevista, sonó el despertador a las 7,15 de la mañana y salté de la cama en la que apenas había podido dormir la noche de antes, seguramente por los nervios y la ansiedad de que llegara tan esperado día. Habían sido unos cuantos los rodajes, las Tapias de la Casa de Campo, las vueltas a casa desde el trabajo corriendo...y todo con la mirada puesta en el 25 de abril...y el día llegó. Desayuné como cada mañana, aunque esta vez incluí miel y un plátano (el aporte extra de calorías no me iba a venir nada mal) y después de seguir todo un ritual untando pies, piernas, axilas con vaselina para evitar las temidas rozaduras y ampollas me vestí con el uniforme de todo corredor, sin olvidar mi mp3 y una botellita de agua para ir bien hidratada desde el principio. A las 8,3o había quedado en la Casa de América con unos buenos amigos (Rafa, Elena y Eva) que ya desde antes de correr me estaban dando ánimos y como no podía ser de otra manera, por supuesto, también con Jose...el alma de este sueño y esta locura de correr, y que de no haberle conocido hace ya casi 4 años, yo no me hubiera comprado en la vida unas zapatillas de running y menos, me las hubiera puesto para correr más de 10 minutos (gracias Jose, gracias maestro!!). Junto a él un grupo de amigos que corría la prueba de 10 km. que se disputaba a la vez que la maratón entre los que estaba Mar, muy ilusionada por el que iba a ser su debut en los diez mil metros y que hizo como una campeona. A las 9 la salida, yo pasé por la alfombra de salida como unos 9 minutos más tarde, éramos como unas diez mil personas y el corazón (por lo que decía el pulsómetro) me latía más de lo normal, alterado por la emoción de estar allí, de tener más de 42 km. por delante y por la ilusión de tener a buen número de amigos y familia repartidos por las calles de Madrid, dispuestos a darme ánimos, a compartir mi sueño, a ofrerme todo el cariño de compartir ese día conmigo...El resto fueron 4 horas y 22 minutos en los que me sentí muy afortunada y muy feliz, a pesar de que desde el km. 18 el cuádriceps derecho trató de enturbiarme esa fiesta, pero como una mujer gritaba mientras veía a los corredores pasar: "El dolor es pasajero, pero el orgullo es para siempre", y precisamente orgullosa era lo que me sentía...orgullosa de mis amigos (Cris, Pablo que me esperaban en el km. 14, de Lupe, Ber, Alberto, Sara y el resto de mi familia que les tenía apostados en Callao y que casi no me ven; de David, que tras perseguirme por todo Madrid no me encontró hasta Lago, donde también esperaban Olga, Pedro, Mayka, Belma, Javi, Claudia y Javier; de Javi, con el que hablé por el móvil para decirle que estaba en el km. 30 y el muro aún no había llegado; de Raúl, que a los pies del Manzanares me esperaba para llevarme hasta Retiro, de mis chicos del barrio (la pecera) -Sonia, Juan, M. José, Jesús, Ana y Miguel- que estaban en Pirámides gritando para que no desfalleciera a 5 km. de meta; de Álvaro, que no le vi en Atocha y nos encontramos ya en Retiro...muchos de ellos me acompañaron durante el recorrido e hicieron que desde el km. 14 hasta el final fuera "con la guardia pretoriana" como ellos decían. Esa felicidad es la que me acompaña desde ese día, y cuando pasé por el arco de meta de la mano del pequeño Javier, sentí la satisfacción de un sueño cumplido, un reto alcanzado y un proyecto sobre todo...COMPARTIDO. Gracias a todos.

El principio

Siempre había pensado en escribir muchas de esas cosas que mientras paseas, vas en el metro camino del trabajo, haces la compra o incluso mientras alguien te cuenta algo que no te acaba de interesar del todo...se vienen a la cabeza y se convierten en esas reflexiones que de una u otra manera son tus pensamientos más íntimos, tus interiorizaciones sobre la vida, la familia, el trabajo, los amigos, los proyectos...en definitiva, son todas aquellas sensaciones que quedan atrapadas en tu cabeza y que van formando parte de un diario de viaje de cada uno de nosotros...y en buena parte...caen en el olvido...y en el olvido desaparecen propósitos, proyectos, buenas intenciones y grandes sueños. Corriendo por Madrid da título a este blog, diario o simplemente compendio de pensamientos que fui consciente que estaba dejando de lado mientras corría precisamente por Madrid, entrenando mi primera maratón (y espero que no sea la última). Este entrenamiento, me ayudó a terminar felizmente la mítica distancia, pero sobre todo me ayudó a revisar, repasar y disfrutar de muchos pensamientos e ideas que no había dejado que mi cabeza y mi corazón saborearan, y mientras corría por las calles de Madrid, a la vez que descubría nuevos rincones de esta ciudad que tiene enamorada, fui consciente de que aquello que no se dice termina desapareciendo.