viernes, 19 de noviembre de 2010

Behobia-San Sebastián


Llevábamos desde junio con la inscripción hecha y unos meses más con la idea rondando las cabecitas...y por fin el domingo supimos lo que era ponerse en la línea de salida esta mítica carrera, de la que llevábamos (sobre todo las últimas) semanas hablando...

Que si habíamos entrenado poco, que si no teníamos donde alojarnos (gracias Bea y Javi por encargaros de buscar esa peazo de casa rural), que si me tuerzo el tobillo corriendo...lo que sabiamos es que ganas no nos iban a faltar los 20 km. que separan la distancia entre Behobia y San Sebastian, y que ya fuera con un tiempo mejor o peor cruzaríamos la linea de meta.

El viernes, tras una llegada escalonada por fin estabamos todos...y para celebrar que ya estabamos juntos por tierras vascas unas cervecitas y unos cubatitas (que deportistas seremos, pero amantes de la buena vida y un tanto juerguistas también), sólo que esta vez tampoco se nos podía ir de las manos...y así, entre risas, charlas y debates de madrugada... se fue la noche del viernes.

El sábado amaneció un día claro y caluroso para esta época del año, y más en el norte de España...el paisaje era relajante y bello, y los colores del otoño se tornaban intensos por los rayos de una mañana soleada, expectacular para relajarnos y disfrutar de un paseo y de los peques que no acompañaban en el viaje. Así, entre canciones infantiles de siempre, una rápida visita por Irún y la compra de algunas provisiones para la cena de la noche transcurrió la mañana, que dió paso a una buena carga de reservas para lo que nos esperaba para el día siguiente. Y como no podía ser de otra manera, todos juntos, alrededor de una buena mesa y buenas viandas, nuestros paladares hicieron cuenta de la buena cocina vasca acompañada de una sidra, que como diría Jose...era combustible para el día siguiente.

Por la tarde, viaje a Donosti, pues en el Kursaal nos esperaba la feria del corredor, y qué feria. Nivelón! buen ambiente, mucha gente y más que una carrera aquello parecía la previa de un maratón...lo que dejaba entrever que el nivel de la carrera del dia siguente no iba a estar nada, pero que nada mal. Después, paseito por las calles de San Sebastián, llenas de gente...pues si bien era sábado y eso también contribuía..., los más de 20.000 corredores inscritos, muchos (como nosotros) llegados de fuera junto con sus amigos y familia...daban un ambiente todavía más festivo a la ciudad.

Por la noche, y como dicen los expertos, revistas, foros y entendidillos de la materia: La cena de la pasta y una cervecita, para llenar los depósitos y relajar los nervios, unas risas...y a dormir!! que lo mejor estaba por llegar.

De madrugada, las nubosidad fue en aumento, el aire tomaba tintes de vendaval y la lluvia empezó a caer...

La mañana del domingo a las 9 estábamos en pie y el cielo encapotado con temperaturas mucho más frescas que el día de antes...Reconozco que me hizo ilusión ver el día así: lo primero, porque corro mejor con días nublados e incluso con algo de lluvia; y lo segundo porque no me podía imaginar esta carrera con sol y calor.

El desayuno...cada uno lo que mejor le suele caer y lo que la manías que cada uno tenemos nos hacen comer antes de una carrera (cereales con leche, plátanos, tostadas...). La indumentaria...yo me dejé llevar por la bajada termica (y luego me pasaría factura...), los ánimos...a tope!!!

David y Alex nos acercaron desde la casa hasta Behobia y ya el ambientazo empezaba a sentirse...quedaba media hora para que dieran el pistoletazo de salida y miles de corredores nos ibamos acercando hacia nuestros cajones, claramente delimitados y bien señalizados (olé por la organización!). Por el camino nos encontramos con Gómez Noia (qué campeón!!) y en pocos minutos estábamos incorporándonos al grupo 8, que era nuestro grupo de salida y que tenía asignado el objetivo de realizar la carrera en 1:40; un tiempo algo ambicioso para mí, teniendo en cuenta que mi mejor media la tengo en 1:51, pero bueno...de ilusión también se vive (pensé yo).

Y ya está, a las 11:22 nos dieron nuestra salida parcial, entre confeti y música, y 1 minuto después ya estaba lloviendo...una lluvia que nos acompañó todo el trayecto...

La emoción me pudo y salí más fuerte de lo habitual...si bien supe darme cuenta a tiempo porque quiza el hecho de que llevara ropa que daba más abrigo del necesario y un ritmo por encima del que tenía que llevar hicieron que rápidamente las pulsaciones se dispararan...flojé y rápidamente vi como José y Javi me alcanzaban, José me sobrepasó y tiró...y Javi y yo fuimos, a ratos él, a ratos yo, tirando el uno del otro.

En el km. 6 empezaba lo bueno...una subidita de más de 2 km. que de no ser por un público, que a pesar de la lluvia, el viento y frío, no dejaba de animar, se hizo algo dura, aunque mejor de lo que habíamos visto en el perfil altrimétrico el día de antes...Por fin el llaneo, y la bajada...recuerdo un heavy con la bandera pirata subido en lo alto dando ánimos...

Y es que ánimos, aplausos, gente arropándote...era lo que no faltó en algún momento...por eso aunque la lluvia no cesaba y las piernas empezaban a sentir el cansancio del sube y baja constante...también sentimos unas ganas de correr que nos hizo cruzar juntos el km. 10. Después José dejó claro quien marcaba el ritmo allí, y con elegancia y sencillez, lo vimos desaparecer entre la multitud...y allí estábamos Javi y yo otra vez...pero cuando él me sobrepasó, empecé a pensar que allí atrás me quedaba yo irremediablemente...luego no tengo muy claro si porque quiso o porque quise volvimos a igualar más o menos los ritmos...pero aún quedaba lo peor...

En el km. 16, llegando a San Sebastián empezaba un buen tramo de 1 km. con una buena pendiente...el público se agolpaba, a partir de ese punto...recuerdo una gasolinera, muchas voces, el dolor de las manos heladas de frío por la humedad de la lluvia, y como si las piernas se quedaran ancladas al suelo en cada zancada...recuerdo algo que me abstrajo de aquel sufrimiento...era la voz de una chica que gritaba mi nombre (impreso en el dorsal)...y una inyección de ánimo recorrió mis doloridas piernas. En ese punto Javi y yo nos pusimos a la misma altura...las cuestas terminaron y por fin parecía que empezaba el tramo final...la ropa empeza a pesar de la cantidad de agua que llevaba encima...al igual que las zapatillas...pero ya estaba hecho...ya se veía el Kursaal...

Supongo que esto mismo o algo similar debió pensar César cuando llegó a aquel punto de la carrera...porque algo parecido pensamos todos los corredores cuando se acerca el último kilómetro: un último apretón y esa sensación tan grande que te inunda cuando cruzas la línea de meta...sólo que César, se quedó a ese kilómetro de la meta...

Cuando pasamos a su lado, algo nos hizo pensar que no era sólo un desvanecimiento. A pesar de ser una persona anónima para nosotros, una sensación de angustia y miedo te inunda cuando ves a tu lado una persona en el suelo y que no parece reaccionar...la imagen se paraliza en la retira y tus piernas flojan el ritmo...vuelves la cabeza y piensas... que no sea nada...y luego se te apodera una sensación de miedo e intranquilidad, y por lo menos a mi, se me quitaron las ganas de apretar en el último kilómetro...Era un chico joven, corredor y que conocía bien la carrera...pero su corazón le falló en el último momento...

El último kilómetro fue por tanto algo más tranquilo, llevaba bastante esfuerzo realizado y con la multitud que llegaba a la vez, era bastante absurdo tratar de realizar un sprint apoteósico, más si cabe después de lo presenciado...Cruzamos el primer arco, torcimos a la izquierda y la crono del final ya se veía...nos dimos la mano y levantamos los brazos...Ahora sí que estaba hecho, pisamos la alfombra, paramos el crono que marcaba 1:40:55, aplaudimos... y allí, en el lado derecho estaba José, que llevaba algo más de tres minutos esperándonos y levantaba los brazos para recibirnos...Sonaba creo "I will survive" y nos dimos los tres un abrazo mientras saltábamos locos de alegria por la emoción de la llegada y por la emoción de lo recorrido, por la meta alcanzada y por lo que habíamos sufrido...

Ha sido la primera vez que veo cómo la muerte sorprende sin más a una persona a mi lado...Ha sido nuestra primera carrera juntos fuera de Madrid, y espero que no la última....Ha sido nuestro primer viaje en común...Han sido, salvando la fatalidad de que en ocasiones tiene la vida, dos días que me han permitido vivir una experiencia preciosa...así que gracias a las 9 personas con las que he compartido estas sensaciones y vivencias, de las que espero poder seguir hablando y escribiendo mucho tiempo.


"La posibilidad de realizar un sueño es lo que hace que la vida sea interesante" (Paulo Coelho).

lunes, 1 de noviembre de 2010

La vie en Rose

Una ciudad: París
Una fecha: 10 de abril de 2011
Una nueva ilusión: mi segundo maratón.

Tal vez no quiera un abrigo


Tal vez con los años, ganemos experiencia, crezcamos en conocimientos, adquiramos más posesiones… y sin embargo, nos dejamos ilusiones en el camino, se nos evapora la frescura...(que en definitiva, es la que verdaderamente nos aporta juventud); tratar de evitar que cada vivencia pasada reste la ilusión de lo nuevo y sorpresa por lo venidero, sin mirar en nuestra "mochila", es tarea difícil y sin embargo a la vez reconfortante. Cierto es que la voz de la experiencia, tiende a evitar caer en los mismos errores, pero a veces, también impide que la capa de delirio que va intrínsecamente unida a ese momento, a esa historia por descubrir, aflore libremente llenando nuestro espíritu de ese frescor…Tal vez por eso, cuando vienen a la memoria tiempos pasados, es más fácil recordar la locura descontrolada de los primeros momentos, de las primeras sensaciones y sentimientos, de lo desconocido… que el dolor apagado y marchito de aquello que nos provocó sufrimiento y angustia y que hemos terminado por olvidar o al menos no recordar. Tal vez tengamos que quitarnos el abrigo de vivencias para quedarnos desnudos ante el futuro que hecho presente nos llega, para el presente que hay que vivir renovados…, lejos del pasado, que ya sea positiva o negativamente, cuadricula el momento e invade de condicionantes la experiencia que nos toca vivir hoy.